La oscuridad, mi mejor compañia {LIBRE}

por **Franko Rotterdam** Sáb Abr 07, 2012 6:48 am

En la oscuridad, en la penumbra, ese era siempre mi lugar, donde nadie me viera, donde solo fuera una sombra, una que deja su huella a su paso, una que deja muerte, una que vive para matar, o mata para vivir. Era mitad de la noche y yo como de costumbre vagabundeaba por el bosque, a lo alto había una luna brillante, como en ninguna otra noche, resplandecía y pequeños puntos la adornaban, el crepúsculo había caído, el aire golpeaba mi rostro con furia, con su fuerza hacía acto de presencia, nos hacía sentir lo inexistente ante nuestros ojos.

El sendero me indicaba que ya estaba cerca de Mystic Falls, el pequeño pueblo en Virginia donde venía a buscar una sola oportunidad de abrirle los ojos a Elizabeth. Caminaba, caminaba, caminaba, cuando a lo lejos alcance a oír unos pasos, ligeros, suaves, eran sin duda de una mujer. Sonreí de medio lado –Al parecer este pueblo me recibirá con un gran banquete- murmuré lentamente, mientras mi paso se aceleró en busca de comida, como si fuera un león que acecha a su presa, así estaba yo. –“Oh, me asuste, por suerte lo encontré, disculpe, venía al pueblo a visitar a mi familia y mi carro se detuvo, salí a buscar ayuda pero me perdí, será que puede ayudarme”- Reí, no hice ningún comentario, ¿para qué? Me acerqué a ella, me miraba con indulgencia, aquellos ojos temerosos que ya había visto en múltiples ocasiones, en conjunto con ese sollozo que suplicaba piedad. Sentí todo aquel montón de cambios en mi anatomía, mi organismo se transformaba en un monstro, exigía sangre, sangre humana… Y de pronto, clave mis colmillos en aquel cuello suave, haciendo mía su sangre, aquel cual yo llamaba, mi propio veneno… Suspire profundo mientras limpiaba aquellas manchas de sangre que aún se encontraban en mis labios, que aún saciaban mi sed, mientras volvía a retomar mi camino.

Cuando llegue a las orillas del bosque, que me indicaban que había llegado a mi destino sonreí y mire con ojos ávidos aquel que sería mi nuevo hogar, cuando de pronto una voz se pronunció… Sin importarme mucho viré y miré a aquella persona que se dirigía a mi…

por **Arianne J. Nicholson** Sáb Abr 07, 2012 1:20 pm

Rabía, impotencia, engaño... Todos los sentimientos negativos posibles se agolpaban en mi cabeza impidiéndome siquiera pensar desde que leí los documentos de mi padre. Seres sobrenaturales, sedientos de sangre, vampiros escondidos en Mystic Falls, un pequeño pueblo al que yo había ido cada verano prácticamente desde que nací, sin tener ni idea de lo que había en sus bosques... Ellos habían acabado con mi familia, pero pensaba vengarles, pensaba acabar con todos ellos. Mystic Falls, quién iba a creerlo, apenas hay habitante en él... Aunque claro, ¿Qué mejor que un pueblo abandonado para camuflarse entre la sociedad?

Estaba anocheciendo cuando terminé de empacar todas mis cosas, pero no me importaba demasiado, es más... siempre había preferido los trayectos de noche. Me eché una mochila al hombro, mientras arrastraba la maleta de ruedas hasta la puerta, eso sería todo lo necesario, lo justo para poder volver a empezar. Volteé a mirar la casa por última vez, notando como mis ojos se llenaban de lágrimas, de trizteza, de recuerdos. Cerré la puerta de un solo golpe, dejando atrás todo, todo lo que había vivido durante 19 años. Metí las cosas en mi coche y entré en él, arrancando hacia un nuevo comienzo en Mystic Falls. Aceleré, conduciendo a toda velocidad, con el aire que pasaba a través de la ventanilla rozando mi piel, electrizándola ante el frío y con las lágrimas en mis ojos reduciendo mi visibilidad. Suspiré, centrándome en la carretera, intentando dejar la mente en blanco y simplemente eso, conducir.

La noche se iba haciendo cada vez más oscura, más espesa y mis ojos empezaban a cansarse. Paré en un pequeño bar de carretera a tomarme un café para no dormirme, rodeada de borrachos como era de esperar. Volví al coche y seguí conduciendo. Horas después comenzaba a ver el pueblo a lo lejos iluminado por centenares de luces en las calles. Estaba llegando uando noté que el coche empezaba a frenar, hasta pararse por completo. -No, no, no, no-dije agiandoel volante y pisando aun mas fuerte, no avanzaba. Me bajé del coche, viendo como salía humo del motor...-¡Mierda, mierda!-grité asqueada, el nuevo comienzo no empezaba demasiado bien... Miré a mi alrededor, mientras escuchaba ruídos que venían del bosque, ruidos que nunca antes me había parado a escuchar y por primera vez me estremecí. Entonces vi una figura parada a una lado de la carretera, quizás podría ayudame. -¡Disculpa! -Dije acercándome hasta él-¿Sabes a cuanto queda el centro del pueblo? Mi coche se ha parado y no creo que pasen muchos taxis por aquí y menos a estas horas...-dije intentando hacer una broma.

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