Encuentro a mitad de la noche [Matt Donovan]

EL sol había caído de pronto, no me había percatado de cuánto tiempo había estado en aquel lugar, había perdido todo el sentido del tiempo, solo me había dado cuenta debido a que el anochecer se aproximaba y el aire empezaba a calar. Usualmente iba a aquel lugar, mi escondite lo llamaba yo, era común que pasara el tiempo ahí, pensando, planeando, haciendo un sinfín de cosas para mejorar mi arrogante y caprichoso carácter. –La detesto a veces- musite a lo bajo, mientras caminaba de vuelta a mi casa. Elena Gilbert, la perfecta chica de Mystic Falls, sin duda nunca podría compararme con ella, aunque tuviera muchas más cualidades, aunque fuera hermosa e inteligente, nunca podría ser como ella ante los ojos de todo el instituto. Esta sola idea me hacía rabiar, y era la razón por la cual me refugiaba en ese lugar, pues no podía enojarme con ella, no si era mi amiga, y de verdad la apreciaba, pero nunca podría dejar de lado esa constante competencia.

Me encontraba ensimismada en mis pensamientos y no me percaté de que la noche avanzaba a gran velocidad, ya solo se veía un rayo de sol a lo lejos y yo seguía ahí, en medio de la nada. Apresuré el paso, y por un descuido me doble el tobillo - ¡Maldición!- grite mientras seguía caminando con un punzante dolor. Bufe y seguí caminando, lánguidamente, el dolor hacía que aligerara mi paso. Cuando llegue al centro de Mystic Falls ya era completamente de noche, y poca gente aún se encontraba ahí, no me detuve a ver si había algún conocido que pudiera acompañarme, era noche, y había que admitirlo, solo gente indeseable paseaba por esos lugares a esas horas de la noche.

Avance sin mirar atrás, por el lado lateral de la calle por la que caminaba solo pasaban autos a velocidad, y alcance a oír a un par de hombres de uno que gritaban vulgarmente. Apresuré el paso, bueno, lo poco que podía, mi pie estaba mal, pero prefería llegar pronto a mi casa, mi cálido hogar era lo que más anhelaba en esos momentos. –En esta situación, creo que sonaba menos mal ir a pasear con Bonnie y Elena- murmuré quitando mi rubio cabello de mi cara. De pronto alguien grito mi nombre, pero fue en tono de pregunta- “Caroline?” –Vire para ver si se trabaja de aquella persona que suponía. De pronto una sonrisa se instaló en mi rostro, como muestra de una mezcla de felicidad y tranquilidad- Matt!!! –grite aliviada y alegre, mientras veía acercarse a aquel chico de ojos azules hacía mi-

La distancia se acortaba y ya podía ver su iluminado rostro bajo aquella luna que ya hacía acto de presencia. Sentí sus brazos rodear mi cuerpo, no pude evitar sentirme aliviada, su calor era impresionante, en aquella fría noche eso era lo único que necesitaba un abrazo y más de esa persona de quien venía…de Matt.
No podía creer que Elena lo hubiera dejado, y que ahora sus ojos se posarán en ese hombre, aunque bueno, no podía negar que yo también había sido seducida por aquel impresionante Stefan Salvatore, él tenía algo por lo cual me había cautivado, pero con Matt era diferente, su sensibilidad era lo que me atraía, aquella forma tan peculiar que tenía al mirarme, aunque no podía olvidar que se trataba del ex novio de una de mis amigas. Patético, terrible, sin novedad alguna, Elena opacaba a Caroline, ese era el cuento de nunca acabar.

–Causar un accidente? De que hablas si la que corres riesgos soy yo –musite con una sonrisa, mientras me separaba de su pecho para poder mirarle- Vengo del bosque. Sí, no me digas nada, sé que es tarde y es peligroso, pero el tiempo paso volando – respondí antes de que tuviera tiempo de hacer un reclamo. Miré a Matt pensativo, había pasado un mal rato con Stefan y Elena, quise decirle que yo también detestaba eso, pero no era el momento, para que traer a este momento a Elena, Elena y siempre Elena. Suspiré murmure- Vamos Matt, será que me llevas a mi casa? A este paso nunca llegaré y me parto del dolor. Por cierto, tu que haces a estas horas por acá? – sonreí ampliamente, esperando pasar una tranquila noche a lado de Matt-

Esperaba la respuesta de Matt, pero no la obtuve, sus actos fueron más que convincentes. Sentí sus brazos tomarme por las piernas y me levanto, sonreí con cara de perplejidad, pero solo rodee su cuello con mis brazos, y recargue mi cabeza en su pecho. Oía el latir de su corazón, uno, dos, lentos, mientras caminábamos por aquel sendero. No entendía hacia donde nos dirigíamos, y la verdad, poco me importaba, confiaba en Matt, más que en ningún otro. Di un suspiro leve, mientras sentía el cuerpo de Matt pegado al mío. La sonrisa que se había instalado en mi rostro desde que lo había visto seguía ahí, imborrable, mostrándose como si aquel gesto fuera el único capaz de brotar en la presencia de aquel chico.
Aquel momento envuelto en silencios me hacía sentir extremadamente bien, el coraje por todo lo que había pasado en mi día se había desvanecido fugazmente, ahora solo importaba aquel chico de ojos azules que me tenía sostenida, me sentía protegida, me sentía tan yo, tan Caroline.

–Siempre tan serio Matt- dije en un murmullo, solo vi como sonreía de medio lado y seguía avanzando a un paso considerable. Al llegar al aparcamiento que se encontraba cerca supe a dónde íbamos, seguramente no podría soportar mi peso hasta llegar a mi casa, e ir en auto era la mejor opción. Alce mi mirada y vi que ya estábamos a unos pasos por llegar. Él amablemente me puso en el asiento de atrás, pero no se movió, quedo a pocos centímetros mi rostro del suyo, sus mirada penetrante se clavó en la mía y sentía su respiración golpear mi rostro. Sentí una mezcla de nervios y alegría, no sabía porque habíamos llegado a ese momento, pero se sentía bien, terriblemente bien. Mi mente dejo de pensar, lleve una de mis manos a su rostro, y acaricie su mejilla, la sentí, tan cerca, estábamos tan cerca el uno del otro, cuando de pronto oí en un susurro aquella pregunta que yo misma me había formulado y para la que no tenía respuesta.
Sonreí mientras agachaba mi mirada, y veía como mis rubios cabellos cubrían mi rostro- Tal vez porque eres un alma piadosa que me ayuda en mi desventura- dije en un tono bromista. Me eche para atrás y mientras lo miraba inquirí - ¿Qué piensas que estamos haciendo aquí Matt?

Quedé pensativa por aquellas palabras que había dicho Matt. Me hizo pensar en inumerables razones posibles por las cuales no quería que la noche terminará, pero para mi solo había una posible, una que resumía todas y era la misma razón que aquellos destellantes ojos azules me confirmaban... su comodidad ante mi presencia, ante mí, Caroline. Sonreí mientras un color rosado se apoderaba de mis mejillas, alce la mirada tratando de que se cruzará con la suya- Pues eso depende de nosotros, no lo crees? -mordí mis labios mientras mi mirada se dirigia a las calles, vacías, envueltas en una soledad tetríca, pero a pesar de ello, estar dentro del auto con Matt era mágico. No sentía miedo, no sentía temor, me sentía tan protegida. Sus palabras de nuevo retumbaron en mis oídos, y viré cuando las pronunció.

¿Por qué había echo ese comentario? ¿A caso pensaba en ella, en Elena estando conmigo? Era lógico, aquellas palabras tenían un trasfondo llamado Elena Gilbert. Comencé a sentir irá por dentro, como si un volcán hiciera erupción, la razón de todo aquello era ella, siempre la perfecta chica de Mystic Falls.... su sombra me seguía, y ahora veía lo que realmente reflejaban aquellas ojos como cuencas de Matt... un imborrable recuerdo de su ex-novia, aunhado con una rabia impresionante ante aquel muchacho que había cautivado a más de una. - Las cosas no se van por si solas -murmuré con un tono apagado- Se van porque uno no las procura, si cuidaramos de ellas, si no creyeramos que todo esta perfecto nunca se irian. Nos concentramos tanto en la grieta de una pared, que no vemos como se derrumba la casa entera - concluí suspirando hondamente-

Ya no me mantenía atenta a la conversación, mi propio combate con Elena era ya solo mío, hacia un año que ellos ya no se mantenían juntos y se notaba que aún era difícil de superar para Matt. Hice un ligero movimiento en el asiento, el mismo que me hizo gritar por dentro del dolor, mi pie se veía mal, lo sentía mal. ¡Maldición!, murmuré para mí, en un murmullo, uno imperceptible para Matt. Suspiré hondo y sonreí de nuevo, una sonrisa como la que siempre iluminaba mi rostro, está era Caroline, la brabucona y sonriente Caroline, ni el dolor agudo que padecía ni el recuerdo inminente de Elena me opacarían, no a vista de los demás, como yo sabía, era mi lucha interna, al exterior era la perfecta chica porrista del instituto, la perfecta rubia, solo yo Caroline.

-Vamos Matt, no me digas que la sigues recordando, ella ahora sale con Stefan, ese chico tan apuesto que ha llegado al colegio. Es misterioso, pero se ve la ama y que la ha cautivado, pero ¿cómo no?, si, digo vamos, es perfecto – dije tan rápido y casi hablando para mí misma, sin sentir aquel dolor que taladraba el corazón de Matt, con mis comentarios- Pero no es más perfecto que Damon, su hermano, aunque es un poco hostil, en fin – pase mi mano por detrás de mis orejas, quitándome mi cabello que estorbaba. De pronto, Matt acorto la distancia entre nuestros cuerpos, podía sentir su respiración golpear mi rostro, su aliento invadirme. ¿Caroline nerviosa? Sí, sentía mi cuerpo sucumbir ante aquella proximidad de ese chico. No comprendí sus palabras, al menos no al instante, sonreí con picardía y tome con mis manos su mentón, colocando su rostro justo frente al mío con ninguna distancia de por medio, y musité - ¿Qué podría pasar Donovan? ¿Qué me harías? –enarqué una ceja, mientras mis ojos se clavaban en los suyos, una mirada retadora y suspicaz, preguntándome a mí misma, que tan lejos podríamos llegar-